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IR_10009
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El niño extiende sus brazos, queriendo alcanzar a Su Padre y a cada uno de nosotros.
¡Cuánto glorifica a Dios que reconozcamos que El nos envió a Su único Hijo!.
Tamaño | 21 cm. |
¡Cuánto glorifica a Dios que reconozcamos que El nos envió a Su único Hijo!. El se hizo un niño pequeñito, igual que nosotros en todo menos en el pecado.
Mientras el mundo apuesta por el poder de las armas y del dinero, que es la ley del más fuerte, Jesús nos enseña que el reinará por el amor cuando nos hagamos niños guiados por Su Padre Celestial. Nos pide una profunda conversión de corazón:
Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Mateo 18,3
Vemos entonces que el objetivo primario de la devoción al Divino Niño ha de ser nuestra propia transformación para ser cada vez más como Jesús, en todo hijos dóciles y obedientes al Padre. Así propiciamos su Reino.
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